Monthly Archives: febrer 2014

En el BIR hace 40 años (continuación)

Con mis amigos del BIR

Con mis amigos del BIR

El domingo 17 de febrero de 1974 nos dan el primer permiso para ir al Aaiun. Se debe pasar revista antes de salir del BIR, o sea que hace falta ir bien limpio, afeitado y botas y cinturones brillantes.

Al salir del BIR hay una especie de autobús que le dicen “GUA-GUA”, que cuesta 40 pesetas y tarda unos 25 minutos en llegar al Aaiun. Por fin puedo telefonear a mi novia y familia, después de hacer una buena cola, y puedo comer en un bar como Dios manda. Paso el día yendo de tienda en tienda viendo el montón de cosas que hay y los precios tan baratos, al estilo de Andorra.

Los días van pasando y se van repitiendo las mismas historias. Me ha vuelto a tocar servicio de cocina, de nuevo un día agotador, vuelvo al barracón dispuesto a dormir sin hacerme la cama, pero sorpresa estaba hecha y mejor que nunca, mi amigo Xavi se había encargado. Además de buen chico, es un gran amigo y compañero.

Hoy jueves ha pasado algo inédito en el Sahara, a media mañana mientras estábamos almorzando se ha puesto a llover, ha durado un cuarto de hora pero la intensidad ha sido muy fuerte y al acabar el desierto parecía un mar. El espejismo ha durado minutos, pero la imagen ha sido surrealista.

Hilari Joan

En el BIR hace 40 años (continuación)

010-bir-005

El lunes once y martes doce de Febrero hemos aprendido a lanzar granadas de mano “POI”. El primer día hemos hecho prácticas con piedras. La situación era la siguiente: Un teniente está en un lugar donde hay muchas piedras y rocas, los reclutas están a una cierta distancia, esperando turno para ir donde está el teniente, los instructores aprovechan la espera para explicar en que consiste el lanzamiento de granadas y lo que se ha de hacer. Insisten en la posición de lanzamiento y que inmediatamente después de realizar-lo hay que echarse al suelo y esperar a que la granada haga explosión, para después levantarse e ir rápidamente hasta dónde están los compañeros que ya han hecho el lanzamiento. Al ser de entreno, es más bien una diversión. En cualquier caso el teniente va explicando a cada recluta lo que debe hacer y corrigiendo errores. Aunque más de uno no se libra de una bronca.

El Martes repetimos la jugada pero seriamente. Hay algunos nervios, van pasando los reclutas hasta que me toca a mí. Voy hasta dónde está el teniente, este me pregunta si estoy tranquilo y yo le digo que sí. Me da una granada, saco el seguro y la lanzo lo más lejos posible. Pasan los segundos, 3 o 4, que se hacen eternos, al fin una gran explosión y el teniente que me dice “muy bien muchacho”. Me reúno con los compañeros que ya han hecho su lanzamiento y nos explicamos la experiencia. Siempre hay el alguno que en vez de agacharse se queda mirando el efecto de la explosión, en este caso la reacción del teniente es tirarlo al suelo de un fuerte empujón y posiblemente arrestado a cocina. Por desgracia ha habido un accidente, ha pasado en la 5ª compañía, un chico al lanzar la granada le ha caído a un metro entre el teniente y él, no se sabe si debido a los nervios o que se le ha escapado de las manos, la cuestión es que el teniente ha saltado por los aires y ha quedado mal herido y el soldado posiblemente perderá un ojo. Ahora ya nos hacen desfilar constantemente, se supone que para preparar la jura de bandera. Una mañana ha venido un general para ver cómo va la instrucción, por la mañana no hemos hecho otro cosa que desfilar, pero por la tarde nos han dado fiesta. Al día siguiente, de nuevo tiene servicio la compañía, pero yo me he librado. Me han comunicado que estoy en la lista de futuros cabos y seguramente la semana próxima empezaremos el curso.

En el BIR hace 40 años (continuación)

Con el cetme

Con el cetme

Al fin hemos hecho algo diferente. Hemos ido a practicar el tiro con el cetme. A primera hora, tras el almuerzo, hemos andado en formación, un kilómetro aproximadamente. Me he fijado en el paisaje, todo llano sin ninguna montaña, una mezcla de pedregales y alguna que otro duna, el cielo completamente azul y al fondo el Atlántico. Al llegar al lugar, hemos visto las dianas a una distancia de como mínimo cien metros. Nos han hecho disparar por grupos de 30. Del grupo anterior al mío y que estaba colocado justo en frente y preparados para disparar, a pasado el que nos decían constantemente que no debíamos hacer, que si teníamos cualquier problema levantáramos la mano y no nos giráramos, que vendría un instructor e intentaría resolver lo. A un recluta de ese grupo, no le disparaba el arma y sin encomendarse a nadie se ha levantado y se ha girado con el cetme apuntándonos, por suerte el arma ha seguido callada, pero el chico se ha llevado un juego de hostias impresionante.

Me ha tocado mi turno, me han indicado cual es mi diana, cargo el arma, apunto, aprieto el gatillo y que no dispara, me pongo muy nervioso, pero yo hago lo que toca, levanto la mano derecha, se acerca un instructor y soluciona el problema. Vuelvo a hacer un intento de disparar y ahora si que funciona. Noto el retroceso en mi hombro derecho y todo que me habían avisado el golpe es muy fuerte. Me preparo mejor para el segundo disparo y noto que esto empieza a funcionar. El capitán no está nada contento con los resultados de nuestro grupo y sólo tres nos salvamos de un paso ligero por mala puntería. Tengo que decir que de los 10 disparos he colocado cinco alrededor del centro de la diana. Con todas estas historias hemos llegado tardísimo al BIR y ya es la hora de comer.

Resulta que hoy nos tocaba ducha de agua dulce, que nos hemos perdido. Encima tras la comida nos han castigado a diez de los que estábamos en la misma mesa del comedor y todavía no se porque, el castigo ha consistido en limpiar todas las mesas y barrer el comedor. Todo esto no me ha librado de hacer las actividades de la tarde. Me ha tocado un nuevo servicio, hogar del soldado. Durante todo el día haciendo trabajos en la cantina, limpiando platos, vasos, mesas, barriendo, etc. En un pequeño descanso en el que me he podido sentar, resulta que ha entrado un capitán y yo no me he dado cuenta, por lo tanto no me he levantado, por suerte la cosa solamente ha quedado en una monumental bronca por parte del capitán.